Esta buena práctica fue llevada a cabo por la oficina de la OIM en Panamá, buscando mejorar la vigilancia de la salud comunitaria y la evaluación de enfermedades propensas a epidemias, mediante  el  fortalecimiento  de  la  capacidad  de  respuesta  comunitaria  de  las  autoridades  y  comunidades regionales y locales que recibieron flujos de población venezolana en Panamá.

Esta iniciativa surgió con el fin de mejorar la respuesta sanitaria, los sistemas de vigilancia de la salud pública y la coordinación transfronteriza en las áreas geográficas con más población migrante en Panamá, permitiendo la continuidad de los servicios de salud y la coordinación multinacional, fortaleciendo así la capacidad comunitaria para prevenir brotes y otras condiciones de salud entre los migrantes venezolanos y las comunidades receptoras en el país.